Viajar a Bélgica con un bebé: mi experiencia personal y guía práctica para familias
Organizar un viaje con un bebé de seis meses no es precisamente una decisión que se tome a la ligera. Aunque la ilusión de viajar siempre está ahí, reconozco que al principio tuve dudas. ¿Será demasiado cansado? ¿Podré manejarme sola? ¿Y si se pone malita o se altera con los cambios? Pero, por suerte, contaba con el mejor equipo de apoyo: mi madre, mi tía y mi prima. Juntas, decidimos hacer una escapada de cuatro días a Bélgica, visitando Bruselas, Brujas y Gante, con un plan bastante relajado, muchos paseos… y nuestros queridos Free Tours.
Viajé sin el papá de la bebé, así que una parte de mí también sentía esa mezcla de responsabilidad e incertidumbre. Pero desde el primer momento supe que habíamos hecho bien en lanzarnos. Esta aventura se convirtió en un viaje precioso, lleno de momentos tranquilos, comidas compartidas y paseos al atardecer con la bebé dormida en el carrito.
El vuelo: mucho más fácil de lo que pensaba
Volamos desde España a Bruselas, y para ser sincera, el vuelo fue mucho más llevadero de lo que había imaginado. A esa edad, con seis meses, los bebés todavía duermen bastante y se adaptan mejor a los cambios de entorno de lo que creemos. Durante el despegue y el aterrizaje, le di el biberón para evitar molestias en los oídos y funcionó a la perfección. El resto del vuelo durmió gran parte del tiempo y se entretuvo con mis llaves y un mordedor pequeño que siempre llevaba a mano.
Para moverme mejor entre controles, maleta y demás, opté por llevarla en el portabebés. Me permitió tener las manos libres y gestionar sin problemas los trayectos dentro del aeropuerto. El carrito lo llevé hasta la puerta del avión y lo recogí justo al bajar, una opción que recomiendo muchísimo si vas a viajar con bebé.
🧠 TIP útil: Aunque se viaja con un bebé, no todas las aerolíneas incluyen prioridad de embarque automáticamente. Algunas lo hacen, pero otras no, y eso puede marcar la diferencia cuando vas cargada y quieres subir con calma. Por ejemplo:
- Ryanair: permite llevar una bolsa para el bebé (hasta 5 kg) además de tu equipaje de mano, y puedes facturar gratuitamente un carrito plegable o una silla de coche (una pieza por bebé). Pero no incluye prioridad de embarque por viajar con bebé, así que si quieres llevar una maleta de cabina y una bolsa adicional, tendrás que comprar el servicio Priority.
- Vueling: ofrece embarque preferente a familias que viajan con bebés menores de 2 años. Además, puedes llevar una bolsa pequeña adicional (de hasta 5 kg) para el bebé y facturar gratuitamente hasta dos artículos: carrito, cuna de viaje o silla de coche.
En resumen: conviene revisar bien las condiciones según la compañía. En mi caso, compramos Priority para subir con más tranquilidad y poder llevar una maleta de cabina y la bolsa del bebé sin problema.
Equipaje y organización con un bebé
Llevábamos bastante bien pensada la logística del día a día. Antes de cada salida, le daba la comida a la bebé, la vestía con ropa cómoda y muchas veces ya le ponía el pijama si sabíamos que llegaríamos tarde. Así, si se dormía en el carrito, solo tenía que pasarla a la cama al volver. Tener todo preparado con antelación y no ir improvisando sobre la marcha hizo que el viaje fluyera mucho mejor.
Estas fueron las cosas que llevamos y que realmente nos facilitaron todo:
👜 Imprescindibles para viajar con un bebé de 6 meses a Bélgica
- Carrito cómodo y reclinable para las siestas durante el día.
- Portabebés ergonómico para aeropuertos, trenes o ratos más movidos.
- Biberones, leche en polvo y termos con agua caliente.
- Pañales, toallitas húmedas y cambiador portátil.
- Varias mudas de ropa (el clima en Bélgica puede cambiar mucho en un día).
- Pijama cómodo para las salidas de tarde-noche.
- Juguetes pequeños y fáciles de limpiar.
- Medicamentos básicos: termómetro, suero, crema, etc.
- Snacks o papilla (si ya ha empezado la alimentación complementaria).
- Documentación del bebé y su tarjeta sanitaria.
Con eso cubrimos todo lo esencial, sin llevar de más. Bélgica es un país donde, si necesitas algo, siempre puedes encontrar una farmacia o un supermercado a mano, así que no hace falta cargar con la casa a cuestas.
Día 1: Llegada a Bruselas y primera toma de contacto con la ciudad
Aterrizamos en Bruselas por la tarde, después de un vuelo tranquilo. Entre bajar del avión, recoger el carrito y salir del aeropuerto, decidimos no complicarnos y pedimos un taxi directamente hasta nuestro alojamiento. Íbamos cargadas con maletas, el carrito y todo lo necesario para la bebé, así que fue la opción más práctica para llegar sin estrés, aunque nos encontramos con bastante tráfico y el trayecto se hizo algo largo (unos 70€ en total).
Elegimos un apartamento cerca de la Gare du Midi, una zona con excelente conexión en tren tanto con el aeropuerto como con otras ciudades como Brujas o Gante. Nos alojamos en los Appart’City Confort Bruxelles Centre Gare du Midi, que estaban bien situados y eran cómodos para ir con carrito. Además, hay bastantes opciones en esa zona con buena relación calidad-precio, ideales si viajas en grupo o en familia y necesitas un espacio donde moverte con libertad o preparar alguna comida ligera.
Nada más instalarnos, aprovechamos para descansar un poco, organizar nuestras cosas y preparar a la bebé para salir: le di la cena, la cambié y le puse el pijama. Sabía que acabaría dormida en el carrito, así que así solo tendría que acostarla al volver.
Esa primera noche dimos un paseo tranquilo por el centro de Bruselas. Fue un recorrido suave, de esos que se hacen sin mirar el mapa, dejándose llevar por las luces, la arquitectura y el ambiente. Caminamos hasta la Grand Place, y aunque ya era de noche, estaba tan iluminada que parecía una postal. Es imposible no quedarse un rato embobada con esos edificios dorados, el Ayuntamiento gótico, las casas de los gremios… Verla por primera vez, con la bebé dormida en el carrito y mi madre y mi tía comentando cada detalle, fue uno de esos pequeños momentos que se te quedan grabados.
Desde ahí, nos acercamos a ver el famoso Manneken Pis, esa diminuta estatua del niño orinando que tanto simboliza el carácter desenfadado de la ciudad. A pocos pasos están también las Galerías Saint Hubert, un pasaje elegante cubierto de cristal, lleno de chocolaterías y tiendas con encanto. Aunque ya estaba todo cerrado a esa hora, nos encantó asomarnos y pasear por allí en silencio, sin el bullicio habitual.
Cenamos cerca del centro, en un restaurante sencillo donde pudimos estar cómodas con el carrito. Como la bebé ya estaba dormida, pudimos disfrutar la cena con calma, comentar los planes del día siguiente y reírnos un poco del caos de llegar con todo el equipaje. A la vuelta, la pasé directamente de su carrito a la cama, sin siquiera despertarse. Fue un primer día tranquilo, pero lleno de buenas sensaciones. Habíamos llegado, estábamos juntas y teníamos por delante varios días de aventura.
Día 2: Brujas con bebé – una postal hecha ciudad
Nos levantamos temprano en Bruselas, desayunamos en el apartamento y empezamos a organizarnos para la excursión del día. La idea era clara: salir pronto para poder pasar todo el día en Brujas, una de las ciudades más bonitas (y turísticas) de Bélgica. Aprovechamos la primera siesta de la bebé para subirnos al tren rumbo a esta pequeña joya medieval.
El trayecto desde Bruselas dura aproximadamente una hora, y la estación de tren de Brujas está bastante cerca del centro histórico, así que una vez allí, hicimos una parada estratégica para cambiar a la bebé en los baños de la estación —una de esas cosas que, si no viajas con peques, ni siquiera te planteas—. Después de eso, salimos caminando tranquilamente hacia el centro.
La primera impresión de Brujas es difícil de describir: parece sacada de un cuento. Calles empedradas, canales que se cruzan con puentes encantadores, casitas de tejados escalonados y fachadas de colores. Todo parece estar colocado con mimo para que no falte ni un detalle. Y, lo mejor de todo, es que se puede recorrer fácilmente a pie, incluso con carrito.
Callejeamos un rato sin rumbo fijo, disfrutando del ambiente y de los rincones preciosos que se cruzaban en cada esquina. Comimos en un restaurante italiano bastante cómodo para ir con la niña: tenían espacio suficiente para el carrito, el servicio fue rápido y amable, y la comida estaba muy bien. Mientras comíamos, la bebé estuvo tranquila, tomó su biberón y hasta se animó a jugar un rato con mi prima.
Nuestro freetour por Brujas
El plan de la tarde era hacer uno de los famosos Free Tours por Brujas, y traté de cuadrar la siesta grande de la bebé con el horario del tour, que empezaba a las 15:00. Por suerte, funcionó. Empezamos el recorrido con ella dormida en el carrito y, aunque se despertó al final, pude portearla mientras mi prima empujaba el cochecito.
El tour fue una maravilla. No solo por lo que vimos, sino por cómo lo contó la guía. Empezamos en la Plaza Mayor (Grote Markt), el corazón vibrante de la ciudad, rodeada de edificios flamencos con fachadas escalonadas y coronada por la imponente torre Belfort, uno de los símbolos de Brujas. Desde allí recorrimos algunos de los canales más bonitos, pasamos por el Burg, donde se encuentra el Ayuntamiento y la Basílica de la Santa Sangre, y nos contaron historias curiosas sobre la época dorada de la ciudad, cuando Brujas era un centro comercial de primer nivel en Europa.
También visitamos el Begijnhof, un antiguo beaterio donde vivían las beguinas, mujeres que llevaban una vida religiosa sin retirarse del todo del mundo. Es un rincón muy especial, con casas blancas, árboles altos y una paz que parece de otra época. Perfecto para parar un momento, respirar hondo… o dar un biberón sin prisas, como hicimos nosotras después.
Una de las cosas que más me gustó del tour fue que no se centraba solo en los monumentos, sino que incluía historias, leyendas y detalles curiosos. Por ejemplo, nos hablaron de por qué hay tantas tiendas de encajes en Brujas, o del pasado comercial de la ciudad ligado a los gremios.
Al terminar, ya empezábamos a notar el cansancio. Nos fuimos a una cafetería a merendar, darle de nuevo el biberón a la bebé y descansar un rato mientras mi madre y mi tía se escapaban a comprar bombones. Brujas es famosa por su chocolate, así que si tienes oportunidad, te recomiendo entrar en alguna de las chocolaterías tradicionales como Dumon o The Old Chocolate House.
Cerca del atardecer, caminamos de vuelta hacia la estación y tomamos el tren de regreso a Bruselas. La bebé durmió todo el camino, y nosotras aprovechamos para repasar el día, ver fotos y compartir risas. Ya en el apartamento, pedimos unas pizzas para cenar mientras la bebé seguía dormida profundamente. Fue uno de esos días redondos: intenso pero bonito, de los que dejan huella.
Día 3: Un paseo por Gante – historia, canales y calma con carrito
Después del día tan completo en Brujas, nos levantamos con la energía justa para repetir el plan en otra ciudad. Esta vez, el destino era Gante, una ciudad que mucha gente deja fuera del itinerario… pero que para mí fue uno de los grandes descubrimientos del viaje. Es menos turística que Brujas, pero con un encanto más auténtico, como si aún conservara su vida cotidiana más allá de las postales.
Como ya teníamos la logística más que aprendida, repetimos rutina: desayuno en el apartamento, preparamos todo lo necesario para el día, le di la comida a la bebé y salimos sobre las 10:30 rumbo a la estación de tren. El trayecto entre Bruselas y Gante dura apenas 40 minutos, y se hace muy ameno. La estación de Gante queda algo más alejada del centro, así que al llegar cogimos un tranvía para acercarnos a la zona turística, sin complicaciones (los tranvías son accesibles con carrito y suelen pasar con bastante frecuencia).
Explorando Gante a nuestro ritmo
Al llegar, nos dimos un paseo por las calles del centro, que tienen ese aire medieval con un punto más desenfadado. Gante es una ciudad universitaria, así que se mezcla la historia con un ambiente más joven, relajado, local. Recorrimos la zona de Graslei y Korenlei, dos muelles frente al canal donde se alinean antiguos edificios gremiales. Es uno de los rincones más bonitos de la ciudad, perfecto para hacer fotos… y también para parar a tomar algo, darle un biberón a la bebé o simplemente sentarse un rato si hace buen tiempo.
Comimos por el centro, en una pequeña brasserie con terraza que nos resultó muy cómoda: espacio para el carrito, comida rica y servicio rápido. Una vez más, traté de cuadrar la siesta de la bebé con el inicio del freetour que teníamos reservado por la tarde. Y funcionó.
Free Tour en Gante: historia viva y mucho más que postales
El Free tour por Gante empezó en la plaza de San Bavón, justo frente a la imponente Catedral de San Bavón, donde se encuentra el famosísimo retablo de “La Adoración del Cordero Místico” de los hermanos Van Eyck. Aunque no entramos, la guía nos habló de su importancia artística y de cómo ha sobrevivido a guerras, robos y traslados a lo largo de los siglos.
Desde ahí, fuimos descubriendo las calles y edificios más emblemáticos de la ciudad: el Castillo de los Condes de Flandes (Gravensteen), una fortaleza medieval impresionante que parece sacada de una película; la Torre Belfort, que junto con la de Brujas y la de Malinas forma parte del trío de torres cívicas medievales más importantes del país; y por supuesto, los callejones escondidos y las plazas donde todavía hoy se respira historia.
La guía era muy buena, con ese punto irónico que hace que te rías mientras aprendes. Nos contó sobre la rivalidad histórica entre Gante y Brujas, sobre los gremios textiles que hicieron rica a la ciudad, y sobre cómo Carlos V —nacido aquí— obligó a los ganteses rebeldes a caminar descalzos y con sogas al cuello como castigo por una revuelta. Todo eso mientras nosotras íbamos cambiando turnos: yo porteaba a la bebé y mi prima llevaba el carrito.
Una de las ventajas de los free tours cuando viajas con bebé es que no tienes que estar pendiente del reloj ni del mapa. Simplemente sigues al grupo, escuchas lo que puedes (cuando el bebé lo permite) y absorbes muchísimo más que yendo por libre.
Una tarde tranquila junto al canal
Al terminar el tour, hicimos lo que más nos gusta en los viajes: nada especial. Paseamos despacio por la orilla del canal, nos sentamos en un banco a observar la ciudad y aprovechamos para merendar. Gante tiene ese ritmo amable que permite improvisar sin estrés.
A última hora de la tarde, volvimos tranquilamente a la estación y regresamos a Bruselas en tren. La bebé, otra vez, durmió todo el trayecto. Ya en el apartamento, repetimos plan sencillo de cena y descanso. Y aunque estábamos cansadas, todas coincidimos en que el esfuerzo había merecido la pena. Gante fue una sorpresa, y el hecho de haber podido disfrutarla sin prisas, con la bebé tranquila y feliz, hizo que la experiencia fuera aún más especial.
Día 4: Descubriendo Bruselas y volviendo a casa con el corazón lleno
El último día del viaje amanecimos con la sensación de que el tiempo se nos había pasado volando. A pesar del cansancio acumulado —porque sí, viajar con un bebé también cansa—, teníamos ganas de aprovechar esas últimas horas para conocer mejor Bruselas, una ciudad que a menudo queda eclipsada por Brujas y Gante, pero que tiene muchísimo que ofrecer.
Como ya era costumbre, organizamos la mañana desde temprano: desayuno, biberón, cambio, carrito preparado y pañales de repuesto. Nuestro plan era hacer un Free Tour por el centro histórico de Bruselas para descubrir la ciudad más allá de la primera impresión nocturna que tuvimos al llegar.
Free Tour por Bruselas: una ciudad que se entiende caminando
El Free tour por Bruselas comenzó en la Grand Place, que ya habíamos visto de noche, pero que de día impresiona todavía más. Es una de esas plazas que no importa cuántas veces hayas visto en fotos: en persona, te deja sin palabras. La guía nos explicó su historia, cómo fue reconstruida tras ser bombardeada en el siglo XVII y el simbolismo de las casas gremiales que la rodean. Mientras tanto, la bebé dormitaba en el carrito, ajena a todo, bajo una manta ligera.
Desde ahí, recorrimos calles empedradas llenas de vida, con paradas en lugares como el Manneken Pis (esta vez vestido de bombero, porque sí, le cambian el traje cada poco), las Galerías Saint Hubert, el Teatro de la Moneda y la fachada de la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula. A cada paso, Bruselas se nos mostraba más elegante y más compleja de lo que habíamos imaginado: una ciudad con capas, con una mezcla entre lo institucional y lo popular, lo artístico y lo cotidiano.
También aprendimos algunas curiosidades que no salen en las guías: por qué hay tantos murales de cómic en las fachadas, cómo funciona el sistema político belga o cómo conviven sus tres lenguas oficiales (francés, flamenco y alemán). Fue un tour muy completo y dinámico, y aunque no siempre pude escuchar cada palabra —porque la bebé se despertó y me pidió brazos un rato—, me quedé con la sensación de haber entendido mucho mejor la esencia de la ciudad.
Últimas horas: comida, maletas y despedida
Al terminar el tour, comimos en un restaurante griego no muy lejos del centro. Tenía mesas amplias, cambiador en el baño y un ambiente muy familiar, ideal para viajar con niños. Mientras esperábamos la comida, aproveché para cambiar el pañal y darle de comer a la bebé con toda la calma del mundo. Era uno de esos momentos que no parecen gran cosa pero que, cuando viajas, se sienten como un pequeño triunfo logístico.
Después de comer, volvimos al apartamento a recoger nuestras cosas, organizar maletas y prepararnos para el trayecto al aeropuerto. Esta vez, como ya sabíamos lo práctico que era, cogimos el tren desde Gare du Midi: 20 minutos cómodos y directos, sin atascos ni sobresaltos. Llegamos con tiempo de sobra, pasamos los controles sin problema y embarcamos tranquilamente. En el avión, la bebé volvió a dormirse tras su biberón, como si ya tuviera interiorizado el ritmo del viaje.
Lo que me llevo del viaje
Mirando atrás, este viaje a Bélgica fue mucho más que una escapada. Fue una prueba superada, un regalo compartido con mujeres importantes de mi vida y, sobre todo, una demostración de que sí se puede viajar con un bebé y disfrutar del camino. No hace falta hacer grandes planes ni visitar todos los museos. Lo importante es adaptar el ritmo, prever las necesidades básicas y no exigirse más de la cuenta.
Me llevo muchas cosas:
- La confianza de haberme manejado sola con mi hija en otro país.
- La calma de haber vivido el viaje sin prisas ni estrés.
- La satisfacción de haber compartido todo esto con mi madre, mi tía y mi prima.
¿Lo repetiría? Sin duda. ¿Lo haría igual? Casi. Quizá llevaría algo menos en la maleta, reservaría alojamientos con bañera si viajo más días, y me animaría a probar alguna actividad más pensada para bebés. Pero en esencia, fue un viaje precioso, lleno de recuerdos que me acompañarán mucho tiempo.
Otros tours y actividades recomendadas para viajar con bebé en Bélgica
Si te apetece complementar tu viaje con alguna experiencia guiada, hay muchas opciones en Bélgica que pueden hacerse sin problema viajando con un bebé. Algunas son especialmente cómodas si llevas carrito o si prefieres moverte a tu ritmo sin agobios. Aquí te dejo las más recomendables, separadas por ciudad y tipo de actividad:
Bruselas
Tour privado por Bruselas
Una opción ideal si prefieres evitar grupos grandes y organizar el recorrido a tu manera. Puedes pedir paradas cuando lo necesites, ir a tu ritmo y adaptar el itinerario según el momento del día (o del bebé).
👉 Ver tour privado por Bruselas
Autobús turístico de Bruselas
Perfecto si quieres ver lo esencial de la ciudad sin caminar demasiado. Puedes subir y bajar cuando quieras, e incluso aprovechar los trayectos para que el bebé duerma en brazos o en el carrito.
👉 Ver autobús turístico de Bruselas
Visita al Atomium y Mini-Europe
Ambos lugares son accesibles con carrito. Mini-Europe, aunque está más pensado para niños mayores, es un paseo muy agradable para hacer en familia, y el Atomium impresiona a cualquier edad.
👉 Ver visita a Atomium y Mini-Europe
Brujas
Tour privado por Brujas
Si te encantó el centro histórico y quieres profundizar sin preocuparte por seguir a un grupo, esta opción es ideal. Es una visita personalizada y tranquila, perfecta para familias.
👉 Ver tour privado por Brujas
Paseo en barco por los canales
Una de las formas más bonitas de ver Brujas. Se puede hacer con bebé siempre que esté tranquilo y se pueda llevar el carrito plegado. Es un recorrido suave y relajante.
👉 Ver paseo en barco por los canales
Gante
Tour privado por Gante
Otra ciudad perfecta para explorar con calma. Este tour privado permite moverse sin prisas, parar cuando lo necesites y descubrir los rincones más bonitos sin agobios.
👉 Ver tour privado por Gante
Visita guiada por Gante
Si prefieres un tour en grupo reducido y con guía local, esta opción también es apta con bebés. El ritmo es tranquilo y suele haber flexibilidad si vas con carrito o porteo.
👉 Ver visita guiada por Gante
🚂 Excursión organizada desde Bruselas
Excursión a Brujas y Gante en un día
Si prefieres que te lo den todo hecho, esta excursión organizada desde Bruselas puede funcionar bien. Ten en cuenta que es un día largo, así que es más recomendable si tu bebé ya está acostumbrado a los viajes y duerme fácilmente en movimiento.
👉 Ver excursión a Brujas y Gante desde Bruselas
¿Cuánto cuesta un viaje a Bélgica con un bebé? Precios aproximados y presupuesto orientativo
Aunque cada viaje es un mundo y los precios pueden variar según la época y el estilo de viaje, te dejo aquí una referencia aproximada basada en nuestra experiencia viajando 4 días por Bruselas, Brujas y Gante, en grupo y con bebé. Viajamos en marzo, fuera de temporada alta, pero en fechas con buen clima.
✈️ Vuelos Barcelona – Bruselas (ida y vuelta, por persona)
- Temporada baja: desde 30–50€ con compañías low cost (Ryanair, Vueling).
- Temporada media/alta: desde 80–150€.
- Bebés menores de 2 años pagan entre 20–30€ aprox. según aerolínea (sin derecho a asiento).
- TIP: si quieres llevar maleta de cabina y bolsa del bebé, probablemente tendrás que añadir *Priority (desde 10–15€ por trayecto).
🚆 Transporte en Bélgica
- Tren aeropuerto – Bruselas (20 min): 16,40€ por adulto (bebés gratis).
- Tren Bruselas – Brujas / Gante: entre 11 y 15€ por trayecto y adulto.
- Transporte urbano (metro, tranvía): billetes desde 2,10€ o 10€ bono 10 viajes.
- Carrito y portabebés: bienvenidos en todos los transportes.
🏨 Alojamiento en Bruselas (zona Gare du Midi o centro)
- Apartamentos familiares: desde 80–120€/noche para 3–4 personas.
- Hoteles: habitaciones dobles desde 60–90€/noche (más sencillo para parejas).
- TIP: Booking ofrece buenos filtros para encontrar alojamientos con cuna, bañera o cocina.
🍽️ Comida y restaurantes
- Comer fuera (plato principal + bebida): entre 15–25€ por persona.
- Comida rápida o takeaway: desde 7–10€.
- Supermercado: buena opción si te alojas en apartamento. Ej: 1L de leche ~1€, pan ~2€, fruta ~3€/kg.
- Nosotros alternamos entre comidas caseras en el apartamento (sobre todo para la bebé) y comidas fuera al mediodía.
🎟️ Tours y actividades
- Free Tours: gratis + propina voluntaria (suele darse entre 5 y 10€ por persona).
- Visitas guiadas privadas o actividades extra (no hicimos en este viaje): suelen partir de 15–20€ por adulto.
🧾 Presupuesto total estimado para 4 días (por adulto)
(sin contar compras personales o souvenirs)
- Vuelo: 60–100€
- Transporte local: 50–60€
- Alojamiento (3 noches compartido): 90–100€
- Comidas: 60–80€
- Free tours y cafés: 20–30€
- Total aprox.: 280–370€ por adulto
Los bebés, como verás, no suponen un coste elevado en este tipo de viajes (salvo en logística y organización 😅). El gasto se concentra más bien en los vuelos y el alojamiento. Y con un poco de previsión, puede ser un viaje muy asumible.
Preguntas frecuentes sobre viajar a Bélgica con un bebé
Sí. Bélgica es un país muy cómodo para viajar con bebés: las distancias entre ciudades son cortas, los trenes son accesibles con carrito, y las ciudades principales (Bruselas, Brujas y Gante) se pueden recorrer fácilmente a pie. Además, hay muchas zonas tranquilas para parar a dar el biberón o cambiar pañales sin problema.
Si viajas desde España, el bebé necesitará su DNI o pasaporte en vigor. No hace falta visado ni documentación especial si es ciudadano de la UE. Lleva también la tarjeta sanitaria europea y, si tienes, un pequeño botiquín con lo básico.
Sí. La mayoría de aerolíneas permiten llevar una pieza gratuita para el bebé (carrito, silla de coche o cuna de viaje). El carrito suele poder llevarse hasta la puerta del avión y se recoge al bajar. Eso sí, cada compañía tiene sus normas, así que conviene revisarlas antes de volar.
Depende de la aerolínea. Por ejemplo:
Vueling: sí incluye embarque prioritario para familias con bebés.
Ryanair: no incluye embarque prioritario, salvo que compres el servicio Priority.
Si necesitas llevar una maleta de cabina + bolsa del bebé, probablemente tendrás que añadir el servicio Priority.
Muy fácil. Los trenes son cómodos, puntuales y gratuitos para menores de 12 años acompañados de un adulto. Puedes subir con carrito sin problemas, hay espacio suficiente en la mayoría de vagones, y muchas estaciones principales tienen baños adaptados o cambiadores.
Una buena opción es alojarse cerca de la Gare du Midi, que está bien comunicada con el aeropuerto y el centro. Si prefieres estar más cerca de los monumentos, busca alojamiento por la zona de la Grand Place. En ambos casos hay apartamentos familiares o hoteles con buenas valoraciones para familias.
Ambas son ideales. Brujas es más turística y de cuento, perfecta para un primer viaje. Gante es un poco más local y auténtica, con un ambiente más relajado. En ambas se puede pasear con carrito cómodamente y hay muchas zonas peatonales. Si puedes, te recomiendo visitar las dos.
✨ Conclusión: viajar con un bebé no es un freno, es otra forma de descubrir el mundo
Este viaje a Bélgica fue la prueba de que sí se puede viajar con un bebé y disfrutarlo de verdad. No todo es tan fácil como antes: hay más paradas, menos improvisación y muchos biberones que calentar. Pero, a cambio, los viajes se vuelven más suaves, más lentos y, en cierto modo, más humanos. Aprendes a mirar las ciudades con otros ojos, a saborear los detalles y a valorar cada ratito de calma.
Brujas nos regaló su belleza de cuento, Gante nos sorprendió con su historia y su ambiente, y Bruselas, más allá de los tópicos, nos mostró una cara cálida y llena de vida. Todo eso con una bebé de seis meses, un carrito y mucha colaboración en familia.
Si estás dudando sobre si lanzarte o no a viajar con tu peque, o si te preguntas si vale la pena hacerlo ahora, solo puedo decirte una cosa: sí, vale la pena. No esperes al momento perfecto. Porque quizá ese momento es ahora.
Y si te has quedado con ganas de más destinos para descubrir en familia, te invito a leer también nuestra experiencia en Italia:
👉 Viajar a Florencia con un bebé: Conocer Florencia en 4 días
Hola! que tal el traslado del aeropuerto de bruselas a ma estación midi con un bebé? fuisteis en autobús? gracias
Hola Leticia!
Nosotras cogimos un taxi desde el Aeropuerto de Bruselas hasta el apartamento que estaba a 5 minutos de la Garde de midi pero… ¡NO LO RECOMIENDO!
Tardamos muchísimo en llegar porque había mucho tráfico y el precio fue de aproximadamente 70€. (Para viajar en taxi con el bebe no necesitas sillita, lo llevas encima).
Para la vuelta de la gare de midi al aeropuerto decidimos COGER EL TREN que cuesta unos 16€ y tarda apenas 20 minutos. ¡Fue todo un acierto!
Puedes comprar los billetes directamente desde la web https://www.belgiantrain.be/ y llevarlos en el móvil (nosotros tuvimos control del revisor).
Sinceramente viajar en tren por Bruselas es bastante cómodo y la mayoría de trenes tienen más de un vagón especial para subir con carrito de bebé.
Espero haberte ayudado y si tienes cualquier otra consulta, no dudes en escribirme!
Un saludo